Mi caos ordenado

Mi caos ordenado

Sastre...2da. parte


Quedé boquiabierto; jamás imaginé que un sitio así se escondiera en un barrio tan normal como ese.
-Pero vamos a ver ¿qué es esto?-pregunté casi a gritos.
-Es mi taller. El mismo que he tenido por muchos, muchos...muchos años. Ven, siéntate a tomar un café y te cuento mi historia-.
Como un autómata, aún intentando explicarme por qué podía ver por una de las ventanas, en forma de ojiva, lo que parecía ser el patio de una fortaleza desierta, me dirigí a una pequeña mesa redonda de madera. Me senté y esperé a que el anciano llegara con un par de tazas de humeante contenido.
-Comenzaré por el principio entonces-dijo.
-Mi nombre es Albén, tengo más años de los que aparento y desde hace muchos me dedico a hacer vestidos para princesas-.
Yo callaba.
-Por supuesto que, hoy por hoy, mi negocio no vive su mejor momento. Y no porque no haya princesas a quiénes vestir, sino porque ya no es importante que vistan como tales-.
Con una carcajada añadí:
-¡Claaaro, usted es el que les hace la ropa a las reinas de belleza y eso ¿no?-
-No, muchacho. Esas no son princesas, fingen que lo son; algunas incluso pueden creerse princesas, pero es pura ilusión. La verdad es que yo siempre he dicho que la corona no hace a la princesa, es un simple accesorio, lo de menos-.
-Pues cada vez entiendo menos. No me va a decir que existen otro tipo de princesas, como las de los cuentos ¿eh?-
-Como esas no, son puro mito. Verás, las princesas son mujeres que asumen esa posición. Las verdaderas toman a su cargo una promesa y la cumplen con honor y disciplina. Son fuertes y estóicas, arrojadas y al mismo tiempo saben llevar con discreción su meta. Por ello no escasean; en realidad hay princesas por todas partes, sólo que ahora se visten con cualquier cosa. Es como si parecer una ya no fuera un honor, sino algo de qué avergonzarse, es triste-.
El anciano movió de un lado al otro la cabeza mirando al suelo. Se encogió de hombros y con un suspiro continuó algo más animado:
-Un compañero mío decidió cambiar de giro y comenzó a hacer trajes para héroes ¿sabes? y no le fue tan mal por un tiempo. Vió sus momentos de gloria pasar con relativa lentitud, hasta que también, un día, los héroes decidieron pasar desapercibidos entre la multitud gris que puebla el mundo ¿qué te parece?-

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