Mi caos ordenado

Mi caos ordenado

Amarillo con tintes rojos


El escándalo desatado por las escuchas telefónicas, ejecutadas reiteradamente por detectives privados al servicio de "News of the World", va más allá del escándalo del que este medio solía alimentarse. Es verdaderamente terrorífico darse cuenta hasta qué punto es ya posible perder la intimidad ante la tecnología comprada por el poder del dinero.

¿De verdad podemos pensar que lo que hoy platicamos con nuestros conocidos, amigos y demás seres queridos por el teléfono celular o incluso el fijo, queda entre nosotros? Más allá de la compulsión por crear o dar oídos a las teorías de la conspiración al respecto, hay tres puntos que realmente me preocupan, no sólo como ser humano, sino como profesional de la comunicación:

1) El que el oficio periodístico se haya vuelto tan competitivo y se haya podrido hasta el punto en el que lo ha hecho. Hace algunos años supe del caso de un importante periodista del New York Times que, para ganar espacios en portada y "exclusivas", inventaba un buen número de notas y fuentes sin que, al parecer, ni su editor ni los altos ejecutivos sospecharan que eso sucedía (eso dijeron ellos). Otro caso que llegó a mi conocimiento fue el de otra "colega", creo que del Post ahora, que se dedicaba a plagiar notas de diarios locales de algunos estados de la Unión Americana y darles una "revolcadita" para pasarlas como propias ¡vergonzoso!. Al mismo tiempo muy preocupante que a esos niveles se opte de manera recurrente por la trampa, el engaño e incluso la comisión de delitos en pro de ser los primeros, los más populares, los que más venden ¿Y qué pasa con la credibilidad? Que yo sepa, nadie le quitó una sola pluma a los gallitos Post y Times.

2) Que la falta de escrúpulos de los integrantes de estos grandes corporativos no sólo permitan que estos casos se sigan presentando, sino que hasta lo faciliten o incluso lo promuevan. ¿Qué pasa con el verdadero oficio periodístico? ¿se acabaron las notas? ¿se extinguió el olfato del reportero? o es más práctico retorcer y manipular hechos y personas, fabricar la noticia que buscarla, seguirla y mostrarla. Nuevamente los intereses personales y/o económicos llevan la batuta y esto también constituye una tremenda vergüenza para el gremio periodístico mundial. El espiar a una jovencita secuestrada y asesinada; el manipular pruebas que podrían haber guiado a la policía a llevar una investigación fidedigna se me hace digno de piedras; no tiene nada de humano, ni siquiera de animal. Ello va más allá del reproche, cae en la náusea. Igualmente nauseabundo es la evidente vendimia del alma de nuestros medios a los "demonios" políticos y empresariales. La penetración que estos tienen en la opinión pública hace diferencias y vuelvo a preguntarme ¿dónde quedó la ética periodística? Sé que no es como el juramento hipocrático, pero con tristeza veo que se queda en un juramento hipócrita... Y duele.

3) Que el término "privacidad" se haya convertido en un mito, una quimera. Existe una inmensa variedad de artefactos capaces de captar conversaciones, correos electrónicos y demás contenidos que vertimos en el entendido que controlamos quiénes los reciben. Lo peor es que los ciudadanos comunes poco o nada podemos hacer ante este fenómeno, estamos indefensos ante autoridades megalómanas y opacas que, o nos ocultan estas prácticas, les quitan importancia o las disfrazan de "protección" (claro, cuando ellos las ejercen), pero también ante cualquier metiche que tenga la plata suficiente para hacerse de los mencionados "gadgets". Asimismo las autoridades, tanto corporativas como del Estado en Gran Bretaña, Estados Unidos y México no sólo se hacen de la "vista gorda", sino que tienen una importante participación en estos cochineros, de manera que un despido o un metafórico golpecito en el dorso de la mano del "perpetrador"les resultan medidas suficientes para zanjar tamaño agravio y abuso de confianza ¡escandaloso y nuevamente, vergonzoso!

Evidentemente los Murdoch no se sienten ni un poco responsables por lo que pasó. Yo no tengo nada que ver con News of the World, ni con el Times, ni el Post, pero me muero de pena ajena y estoy tremendamente decepcionada de mi carrera. Yo no estudié para esto y, amén de que no hay mucho respeto para esta labor (cualquiera lo hace, sin importar la formación académica que tenga y los puestos de trabajo no suelen otorgarse con base en este factor), cuando veo esta realidad me pregunto ¿qué nos espera a los comunicólogos actuales y futuros? Entrarle al toro o morirnos de pena por lo visto.

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